
Y resulta que la realidad llega y va y se desvanece.
Y, de repente, todo se avalanza, sin dejarte respiro, sobre ti.
Y resulta que sabes que es momentaneo, que no hay persistencia.
Y aguantas la invasión de ti mismo.
Y la suma de rencores, de olvidos y recuerdos que, te guste o no dependiendo del momento, forman parte de ti.
Y es en ese momento en el que decides derramarte en palabras e irte a la cama a llorar lo que no sabes decir.
Es vivir.
Aunque sólo sea para ti mismo.
1 comentarios:
Juju... pues las reflexiones nocturanas están presentes por acá...
Nos estamos leyendo...
D.
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