Al interior...

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Es preciso que sea más astuta y más prudente en la profundidad de mi corazón, debo ser como mi serpiente. Tal vez pido un imposible; pero ruego a mi orgullo que se acompañe siempre de mi prudencia, y si algún día mi prudencia se hecha a vola, que al menos pueda volar junto a mi locura.


Fotografía: Eliza Lazo de Valdéz

Del amor al prójimo.

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Te acercas a él, alabas con gran vehemencia ese acercamiento y lo adornas con palabras bellas. Pero yo te digo, ese amor que manifiestas hacia él nace del poco amor que te tienes a ti mism@ .Ustedes se vuelcan hacia si el prójimo huyendo de sí mismos y se empeñan en considerar que ésa es una gran virtud; pero yo no me dejo embaucar con ese desapego al propio yo.

Me preguntan si yo aconsejo amar?...

"Yo más bien aconsejaría huir de quien está más cerca y amar al más lejano. El amor que está lejos y al que está por venir es una índole superior del amor. El amor a las cosas y a los fantasmas es el más elevado que el amor a los hombres. Ese fantasma que va delante de ti, es más hermoso que tu. Porqué no le das tu carne y tus huesos?. Claro! te da miedo y por eso corres para juntarte con él!. Yo se que se aman a sí mismos y no se soportan lo suficiente, es por eso que pretenden introducir al prójimo a que ame, para después buralarse de su error."

Nietzsche!! a pesar de que te volviste loco a tus 44 años, nunca tuviste una esposa y acabaste dependiendo de tu madre y tu hermana... y que tus pensamientos y filosofías escritas con sangre de ahora en adelante puedan causar más estragos en mi enferma y delirante mente demente ... QUE RAZÓN TIENES!. No me conviertas en una fervierte seguidora más de ti, házlo sin que me de cuenta.


Y que siga diciendo Zaratustra.


EL CADÁVER DE MI AMOR

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Y poco antes del anochecer... resplandece ante mi, el vivo retrato de la magnificencia; bella efigie de carne y hueso, labios de rubí y cabellos tan oscuros como sus sombíos ojos eclipsados, de mirada fija e incitadora, su piel... pálida como la nieve y visiblemente tersa... tan elegante, divinamente esbelta... con aire soñador frente a mi, ensayaba una y mil posturas...


En aquel instante contemplaba cada uno de tus gestos... movimientos inconexos, risas de alegría, y en mi; un jubilo evoparandose por cada uno de los poros de mi piel, todos ellos electrizados al unisono de su voz, el corazón rimbombante... florido como la primavera impetuoso y exaltado, tan lucido como almas transparentes en salvación, mi reflejo... su espejo...


La luna llena apareció entre conversaciones sugestivas, la atracción era fascinantemente fatal: pues con ella, un ángel inocente lleno de luz, dicha y alegria al que cuidar... yo, a la espera de una nueva luna a mitad de un sendero guiada por tu dirección... huellas de mi destino tras el tuyo, noche tras noche... lunas brillantes tras lunas brillantes... esferas de desvelo.


Taciturna como el viento al paso de los días, mientras sentenciaba a mi boca a decretar palabras obligadas que el corazón con vehemente frenesí gritaba!! ... sin embargo callada... sin embargo suspicaz... temor o terror quizá... nunca lo sabré.


Creí el momento exacto, mis sentidos se dilataron, el corazón a punto de implotar... mis ansias trastocaron su esencia, su esencia enloqueció mis ganas... solo fuimos ella y yo... ajenas de todo raciocinio, sólo al compás de nuestros latidos, en un vals de vibrante intimidad entre solemnidad nocturna y luz pálida... tu deseo y mi furia opresiva sobre tu cuello al reclamarte solo mia... y tu cuerpo frio...


Al despertar, mis manos adoloridas... mi mente turbia y ofuscada... me recitabas tu partida a la eternidad... al verdadero cariz de tu existencia... silencio, por mi parte abstinencia de palabras triviales a tu pensamiento... me observaste y con toda seguridad afirmaste "en algun momento nos volveremos a encontrar"... nisiquiera escuché el golpear de la puerta tras tu partida... y en mi intento de observarte por ultima vez desde mi ventana, lo único que logré percibi fue una lúgubre carroza negra, dentro de él... con los brazos entre-cruzados a una bella efigie, de carne y hueso, labios de rubí y cabellos tan oscuros como sus sombíos ojos eclipsados, de mirada fija e incitadora, su piel... pálida como la nieve y visiblemente tersa... tan elegante, divinamente esbelta... marchita, ya sin vida...




... fue ella mi verdadera amante, y fui yo quien le quitó la vida.


Texo: Madame M.
Fotografía: Victoria Frances.

La luna, siempre.

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Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo... rasga mi piel con su delgada luz... Cae sobre mi pelo con la levedad de una sirena que no se hubiera dado cuenta que no posee piernas.


Solivianta mi sangre... me enciende de locura, me regala una piel fosforescente y me convierte aceite hirviendo en fauna (cascos y cuernos y cabello desbocado bajo el lúbrico soplo de lo oscuro).